Nadie

Por Iliana Ivanova.


Acerca de ella.

Estoy gastando el tiempo con mi celular, con ése juego tonto de los pajaritos y los cerdos. No tengo otra cosa que hacer, el tren se ha detenido y tiene las puertas abiertas de par en par. Guardo el teléfono de golpe en el bolsillo de mi abrigo y suelto un suspiro. Quisiera morirme ahora mismo, que me tragara la tierra o mínimo estrellarme en la cama para despertar y no acordarme de nada mañana.

Me han roto el corazón... otra vez. Acabo de ver a mi novio muy cariñoso y con otra vieja en la calle. Algo dentro me decía: Está cambiando. Ya no es lo mismo. ¡Lo sabía, lo sabía! Pero no, tuviste que confiar, tuviste que creértela y tragártela completita. Ojalá mi mamá no me hubiera pedido salir por su medicina, ha sido un día de la fregada y ésto es la gota que ha colmado el vaso... odio estar así.

Sé que soy una chica buena en el fondo, trato de serlo en la medida de lo posible y no lo ando pregonando. Nadie tiene que saberlo, siempre he dicho que lo que haces y lo que dices en público o en privado es lo que ayudará a los demás a juzgar tu carácter. No pienso mucho en Dios, al menos... no lo siento como una persona real, pero aún así creo que soy más sincera que mucha gente que afirma tener fe en algo y cuando se dan la vuelta revelan la basura humana que son.

Desde temprano he recorrido casi todas las farmacias de la ciudad, compré casi todo lo de la lista pero me hace falta una medicina. La más cara y que no encuentro por ningún pinche lado. Mi mamá tiene cáncer, así que falta poco más de un año para que quede huérfana. Me encanta mi vida... y éste día parece como si el diablo estuviese pisando mi sombra, si es que tal cosa existe. Hace rato, en el cruce peatonal empujaron a una señora ciega y se cayó. Corrí a ayudarle a levantarse y su respuesta me sacó de onda: "¡Dejame, déjame que yo puedo!" No dudé de ello, lo que me lastimó fué el tono en que lo dijo, como si yo tuviera sarna o quisiera robarle algo.

Luego, como a eso de las 6, fuí a una farmacia choncha, de esas que crees que te va a surtir de todo y qué va, no tenían la medicina de mi mamá, pero la chava fué lo suficientemente amable para decirme que buscara en el hospital perengano, que en la farmacia que estaba allí debajo tendrían sin falta lo que yo buscaba. El único problema es que está al otro lado de la ciudad, tendría que transbordar 3 líneas de metro, viajar hasta la última estación y luego tomar un camión. Hasta me hizo un croquis y todo, fué muy linda.

Bueno, estaba en esas y oscureció. Entonces se me ocurrió la genial idea de comprarme un refresco y unos churros en la calle porque moría de hambre. Maldita sea la hora en que se me ocurrió pararme allí. Fué cuando lo ví a él. Lo reconocí por la playera, yo se la regalé. Le gustan las cosas de pixel art y por eso se la dí. El corazón me dió un vuelco, primero sonreí porque era una extraña coincidencia verlo en ésa parte de la ciudad pero un segundo después me paralicé. Una chica venía detrás de él, alta, delgada, blanca, pelo largo. De esas con las que no puedes competir ni en un millón de años. La vieja le da un manazo en la excusa que tiene por trasero y él se voltea riendo y la besa... ¡la besa!

El vendedor de churros me dice que mi churro de chocolate está listo, pero yo tengo los ojos y la boca abierta. Mi novio y la otra se suben en un camión en la calle de enfrente y así aturdida saco del bolsillo del pantalón el dinero para pagar. Todo es un lío, se me caen de las manos las llaves y un poco de feria y todo termina cayéndose por la rendija de la alcantarilla grande que está debajo del puesto. El señor de los churros pega un grito y se agacha conmigo sobre la rejilla. Mis llaves, la morralla y los dos billetes de 500 que tenía en el bolsillo para comprar la medicina que faltaba estaban como a 3 o 4 metros debajo de nosotros y se los llevaba el drenaje, bueno, los billetes, que fué lo único que flotó en la superficie. Me llevé las manos a la cara y le dije al señor que ese dinero era para la medicina de mi mamá. Busqué más dinero en el bolsillo y luego en el otro y lo que saqué era sólo lo justo para el viaje de regreso. Me disculpé porque no iba a poder pagarle el churro y el refresco que ya me había tomado.

No sé qué cara me habrá visto porque el vendedor de churros me dijo que me lo llevara, que no importaba, que él sabía lo que era el hambre y que aparte me esperaba un buen regaño cuando regresara a mi casa, así que no importaba. Le agradecí mucho y me fuí comiendo mi churro con ganas de llorar.

Ahora estaba allí, sentada en el vagón del tren pensando en cómo rayos le diría a mamá que perdí mil pesos. Son las 7:30 pm, el metro ya se demoró bastante en ésta estación. Supongo que debe haber algún desperfecto más adelante y por eso estamos varados aquí a puertas abiertas. Entonces suenan los timbres, buuuuup, ¡al fin!

Desde afuera un hombre trajeado aprieta el paso, luego corre hacia el vagón. Las puertas se cierran pero él alcanza a meter su mano. La gente que va dentro del metro ahoga una exclamación porque las hojas muerden su muñeca y él está afuera, pero un segundo después las puertas vuelven a abrirse y el hombre se mete, se soba la mano, pasa a sentarse justo a mi lado y exhala con fuerza para recuperar el aliento. Le digo que por poco y no llegaba y él asiente y me sonríe.

Los minutos pasan y en la siguiente estación se mete un friego de gente, unos cholos entran al vagón haciendo escándalo y diciendo palabrotas, son dos. De esos que llevan su música desagradable a cuestas para que todos la oigan. Los veo y ya me chocan, un viejito se baja y el asiento libre lo ocupa de inmediato el cholo. Una mujer joven pretendía sentarse allí pero se ha quedado parada y apretada entre tanta gente. El trajeado que está a mi lado la llama y él se retira a otro sitio para que ella se siente. Ese señor trajeado me agrada, ya no quedan caballeros en el mundo.

Quedan como ocho estaciones para que me baje y en el transcurso, uno de los cholos, el que tiene más pinta de maldito se me queda mirando de cabeza a pies. Le sostengo la mirada, un poco harta y él se sonríe mordiéndose el labio inferior. El tipo es asqueroso. Poco a poco el tren se va vaciando hasta que sólo quedamos los cholos, yo y unos cuantos.

¿Qué le voy a decir a mi amá, qué le voy a decir? Debe tener sus medicinas completas, si no, no funciona. No tiene por qué saberlo, ahora mismo me bajo y empeño mi iphone en el primer montepío que encuentre. Tan pronto como se me ocurre ésta idea agarro mi mochila y salgo corriendo cuando las puertas se abren en la estación. Ya es de noche y noto con cierta aprensión que no pasa ni un perro en los pasillos. Volteo sobre mi hombro y noto con cierto temor que el cholo se ha bajado también, pero no da ni un paso. Tal vez se dió cuenta que me dí cuenta, ¿qué cosa va a hacer? Las puertas del tren emiten su habitual timbre y el tipo decide regresar sobre sus pasos. El cholo me mira desde el vagón y el metro desaparece bajo el túnel.

Suelto un suspiro de alivio, en verdad hubiera sido horrible si me hubieran asaltado o violado en éste día tan perverso. Subo por las escaleras, decidida a deshacerme de mi teléfono fresa por el bien de mi mamá, pero en eso me ocurre la cosa más extraordinaria... en uno de los escalones encuentro olvidado ni más ni menos que un billete de $1000 pesos. El mero mero pinche Miguel Hidalgo en persona acudiendo en mi rescate. Antes de coger el billete me fijo por todos lados, pero no hay nadie a la vista. Se me parte la cara con una sonrisita idiota y me empiezo a reír, y antes de darme cuenta también empiezo a llorar. Caché al imbécil de mi novio poniéndome el cuerno, perdí mis llaves y mil pesos, pero al menos tuve un refresco y un churro gratis. Estoy que no me aguanto, así que primera cosa saco el teléfono y le llamo a mi mamá mientras voy caminando de regreso al metro:

- Amá, creo que voy a tardarme un poco más. Me falta la medicina que cuesta $800 y  la farmacia en donde puedo conseguirla está muy lejos, yo creo que llego como a las 10:30 o algo así.

- ¡Ay mija! Ya mejor regrésate a la casa y mañana vas con calma.

- No. Te dije que hoy te conseguiría todo y lo voy a cumplir...

- Gorda... ¿estás llorando...? Mijaaa...

- Es que tuve un día muy raro, cuando llegue a la casa te cuento.

- Bueno... ¿a dónde vas a ir?

- A un hospital de San Pedro.

- ¡Pero eso está del otro lado! ¿Sabes cómo llegar?

- Sí, hasta me hicieron un croquis y todo, no te preocupes.

- Ay hijita, ten cuidado ya son las ocho.

- Ya ya ya, que no pasa nada. En un rato llego, ¿quieres que te lleve algo?

- Compra leche y pan francés de regreso que voy a hacer tortas para cenar, así tostaditas en el horno como a tí te gustan.

- Aaay qué rico, qué hambre tengo.

- Pos apúrate.

- Sale, bye.

Le cuelgo a la mamá y pago la entrada de nuevo al metro para subirme en el andén contrario. Me limpio la cara mientras pienso que no vale la pena derramar ni una sola lágrima por ése patán. En ése momento me cae el veinte: Le debo a mi mamá todo el precioso tiempo que nos quede para estar juntas. Ni más, ni menos... pero aún así duele. Muchísimo.

A veces pienso que nadie aprecia lo que hago.



Acerca de él.

¿Nadie? ¿De verdad? Oh, Raquel... por éso es que las mujeres en particular me sacan un poco de quicio. Hacen un drama de todo y se ahogan en un vaso de agua. Pero en éstos días, la palabra de una mujer vale más que la de un hombre, me encanta cuando ellas se ponen las pilas. Ahora, si supieras todo lo que mi Papá te ama... si acaso un millón de veces más de lo que te ama tu mamá.

Soy un hijo de mi Padre, tengo millones de hermanos y no por eso he dejado de sentirme amado por Él. Tiene tanto que dar para nosotros y para ustedes que es prácticamente imposible sentirme triste o celoso, como uno más, así como dicen ustedes. Así de sensacional es mi Viejo.

Estoy a cargo de mantener en funcionamiento una pequeña galaxia de doble hélice en un punto secreto de la creación. Muchos de nosotros realizamos tareas múltiples, algunos como yo somos artesanos, hacemos cosas bonitas en el firmamento para complacer a Dios y a los hombres, otros, los de talento musical tienen el privilegio de estar más cerca del trono y otros son grandes guerreros. Somos numerosos en el universo y Papá nos conoce bien a todos, sabe nuestros nombres, edades, las cosas que nos gustan e incluso nuestras pequeñas manías. A mí por ejemplo me da por cantar cuando estoy trabajando y antes de darme cuenta mis hermanos desde sus puestos ya me están mirando porque no soy muy entonado que digamos.

El protocolo va más o menos así: Los ángeles tienen tareas múltiples en el cielo... y por cielo me refiero al cielo material y el Reino Espiritual, que es de donde yo vengo. Mi trabajo como ya dije es hacer funcionar a Adanashis, la Flor Azul de Dos Pétalos... sí, ése es el nombre de mi primera asignación. No es una galaxia muy grande pero da mucha guerra, la tarea de darle luz y poder a todas sus estrellas me resta mucha energía, aparte debo mantener bien alineado el agujero negro que le da la fuerza centrífuga a todo el sistema de mi asignación... así que constantemente le estoy pidiendo a mi Padre su Espíritu Santo para que pueda terminar la labor de cada día... pero creo que me estoy desviando, estaba tratando de explicar el resto del protocolo.

La primera asignación es nuestro deber en los cielos y la segunda asignación es nuestro deber en la Tierra. La verdad es que es una tarea muy pequeña en comparación con lo que hacemos, pero para mi Padre es lo más importante del universo, sí, más importante incluso que el universo con todas sus estrellas. Y eso es vigilar, cuidar y en ocasiones intervenir para proteger a todos los humanos que le sirven a Papá de corazón. La mayoría de la gente en éstos días ya no lo cree, pero es tan cierto como creer que existen los átomos aunque no se los puedan ver... al menos no con ojos humanos.

Llevaba mucho tiempo trabajando sólo en mi primera asignación -desde que fuí creado para ser exacto- he sido testigo de cómo mis hermanos hacían cosas maravillosas en el cielo y de repente volteaban a ver a la Joya Azul y así sin más bajaban de inmediato para auxiliar a sus asignaciones. Así ha sido desde el inicio del tiempo en la Tierra. Papá nos asigna a cada hombre, mujer y niño que merecen el resguardo de nuestras alas. A veces son personas que ni siquiera creen en él, lo cual suena muy descabellado, pero Papá sabe... él lo ve todo antes que nosotros y que ustedes mismos.

Como ejemplo: Uno de mis hermanos tiene una asignación... nuestro Padre le dijo que debía cuidar a un hombre de muchos vicios y muy violento. Mi hermano no es tan contestón como yo, él fué de mil amores a cumplir con su segunda asignación sin quejarse ni una sola vez. Y Papá nunca, NUNCA se equivoca. Ese hombre recibió protección durante casi 30 años antes de arrepentirse y volverse a mi Padre.

No tienen idea de lo hermoso que se ve desde aquí cuando uno de ustedes decide hacer la paz con Dios. Es como una pequeña explosión de rayos gamma con millones de colores. Así es cuando un pecador se arrepiente. Mi hermano lloró de alegría al ver la hermosa flor en que se había convertido su segunda asignación. Todos aplaudimos y le dimos de palmadas porque allí había un hombre de 50 años con mucha fuerza aún, reconciliado con su familia y sirviéndole de lleno al Señor.

¿Sabes? Te he observado desde hace muy poco, bueno, relativamente. A veces olvido que el tiempo no es lo mismo para mí que para los humanos, en fin. No hace mucho, tal vez te he estado cuidando desde hace diez años. Mi papá símplemente me llamó un día, te señaló y me dijo: "Ella es Raquel, hija de Vanessa. ¡Mira! ¡Ella es tu otra asignación!"

En un picosegundo supe toda tu vida, tu padre, un hombre bueno para nada te abandonó y tu mamá te crió lo mejor que pudo. Me asignaron a tí cuando tenías 16 años. Por tu boca salían mentiras y blasfemias. En verdad eras una chica terrible y ahora me duele admitir que me decepcioné un poco en cuanto oí la orden de mi Padre. "¡Pero ella ni siquiera es tu sierva! ¡Ni siquiera cree en tí! ¡Es vanal y caprichosa...!" me detuve de inmediato al sentir su mirada. Si Papá había visto algo bueno en tí ¿quién era yo para contestarle? Me cubrí el rostro con las alas en señal de respeto y dije: "Obedezco, Padre mío" Dejé todo lo que estaba haciendo en ese momento y tan veloz como lo es el pensamiento me dirigí a la Tierra. 

El protocolo dice que nunca debemos hablar con nuestras asignaciones. Podemos ir de forma invisible o también podemos disfrazarnos, de hecho hay ocasiones en que puedes verme pero no tienes ni idea de que estoy allí para protegerte, eso es lo más divertido del asunto. Mi Padre dijo que debía parecer un hombre arreglando una bicicleta y que debía permanecer allí contigo hasta que te fueras.

Esa fué la primera vez que te conocí en carne y hueso. Llegué 5 minutos antes, el sol estaba para ponerse y había una bici vieja y oxidada en un montón de basura debajo del puente por el que ibas a pasar. No había nadie mirando en al menos un kilómetro a la redonda. Corrí a agarrar la bicicleta inservible y subí con ella a cuestas para ponerme sobre el puente. Luego te ví... venías caminando con el uniforme de la escuela preparatoria y la mochila colgada del hombro.

Me apuré lo mejor que pude en modificar la estructura molecular a fin de que pareciera una bicicleta nueva. Le quité herrumbre, soplé sobre las ruedas y las llantas se inflaron. Ahora venías subiendo por las escaleras y yo estaba pintando el chasis de color azul. Mi favorito. En eso te detuviste a medio puente porque una amiga te llamó al celular. Estabas a solo unos pasos de mí y al minuto siguiente subieron tres mocosos con la clara intención de lastimarte. Podía oler la adrenalina en la sangre del líder y también su líbido acrecentándose.

Ellos se acercaron, yo continué poniéndole la cadena al engrane, y tú Raquel, seguías hablando con tu amiga sobre qué película iban a ver más tarde. Cuando estuvieron a seis metros decidí ponerme de pie, tenía grasa en las manos y sobre los pantalones, así que tomé un trapo para limpiarme. Los miré a los ojos y al final decidieron pasar de largo, tal vez los impresionó mi disfraz aquella vez, porque tomé la forma de un hombre muy alto, fornido y feo como la condenación, jejejee.

Papá me preguntó cómo me había ido cuando volví y le contesté: "Creí que iba a retirarse tan pronto como terminara su llamada pero me tardé porque se ha quedado mirando todo éste rato mirando la puesta del sol desde el puente... no puede ser tan mala si se da el tiempo para admirar tu obra ¿verdad?" Él me sonríe y me contesta: "Allí lo tienes... ¿y qué hiciste con la bici?" Papá soltó la carcajada cuando le dije que se la había regalado a un muchacho que la necesitaba mucho.

Desde entonces te he observado y realmente no eres una mala persona, te he visto, he leído tu diario y he reído contigo. A decir verdad eres una chica muy linda cuando eres buena y no andas de farra con tus amigos inútiles. A veces me desespero porque cuando parece que das un paso en la dirección correcta, de inmediato das cinco o diez para atrás, pero Papá dice que debo ser paciente y no apresurar las cosas.

Hoy por ejemplo, a tí te parece poca cosa, pero hace frío, tienes una infección en la garganta, estás un poco acalenturada y aún así estás dando vueltas para conseguir la medicina de tu mamá. Todo el día te he estado mirando y estoy preocupado porque deberías cuidarte y quererte un poco más. Entonces algo llama mi atención, el peligro se acerca hacia tí... está ahora mismo, dentro de ése tren contigo. No puedo quedarme mirando simplemente, así que dejo de presionar el agujero negro del centro de mi galaxia, me dejo caer, mis hermanos se hacen a un lado para dejarme pasar y desciendo hacia tí un millón de veces más rápido que la luz, algunos de ellos me dicen "¡Ve!" y "¡Apúrate!". Agarro mi disfraz y meto mi mano antes de que se cierre la puerta del tren.

Hoy es una de esas raras ocasiones en que me pudiste ver y hasta me hablaste por primera vez, y yo por supuesto lo único que puedo hacer es sonreír y fingir falta de aliento. Mi vista se posa entonces en un hombre muy bien parecido y muy bien vestido. Es uno de ellos, uno que susurra. Nadie en el vagón puede verlo salvo yo. Está sentado al lado de un viejo y le dice que nada importa. Su esposa y amigos estan muertos, sus hijos e hijas no lo aman por las cosas horribles que hizo en vida. Le dice que es viejo, que todas y cada una de las decisiones que tomó fueron erróneas, que no le importa a nadie y que no habría diferencia en el mundo si vive o muere. El demonio me mira y me lanza una sonrisa salvaje y asesina. Por su parte, el anciano respira un par de veces, tiene espasmos, su ritmo cardiaco baja y sus arterias se contraen de pura tristeza. No puede soportarlo y cuando llega a su estación se baja de golpe para evitar que lo vean llorando. Entonces un bueno para nada se sienta en el lugar del viejo y comienza a mirar de forma lasciva a una mujer con carga preciosa.

"¡Ey, señorita! Tome éste asiento por favor." digo en voz alta para que me escuche y me obedezca. La mujer está embarazada. Aún no lo sabe pero el corazón que lleva en su vientre late con mucha fuerza y personalidad propia. Me quito para cederle el lugar, la chica me agradece, se sienta al lado de mi protegida y Raquel vuelve a sonreírme. ¡Es una ternurita!. En la siguiente estación me muevo y me quedo cerca de la puerta para no quitarle el ojo de encima al elohím oscuro.

En todos estos años he acompañado a mi asignación por rumbos peligrosos, he estado con ella cuando regresa tarde del trabajo, pero tal parece que ésta va a ser la primera vez que tendré que intervenir ante un ataque directo del enemigo. Verás, la mayoría de la gente tiene la idea de que todo está predestinado o que Papá de formas mágicas y misteriosas conoce el futuro y el final de todas las cosas... pero en realidad eso es lo más ridículo dentro de toda la filosofía humana. Es cierto que nuestro Padre tiene una idea para todo, pero eso significa que todo al final va a resultar como Él quiere, ya sea en el minuto siguiente o dentro de mil años. Nosotros, al estar en una posición elevada tenemos una visión más amplia y podemos predecir hasta cierto punto las posibilidades y los sucesos importantes de lo que ocurra en una vida humana, dependiendo de las desiciones que se tomen y factores externos que afecten dicha vida. Es como ver una reacción en cadena ya trazada y en cámara lenta. ¡Te volaría la cabeza ver todo en cuarta dimensión!

En éste caso me alarmé, porque ahora mismo uno de los esbirros de nuestro mayor enemigo te ha visto, sabe de tu potencial y quiere destruírte. La sangre me hierve de escuchar todas las cosas inicuas que le está diciendo al hombre de los tatuajes. No Raquel, en ciertas ocasiones no es prudente hacer contacto visual con gente inicua. Pero lo has retado con tu enojo y ahora éste se ha prendido.

"Mira a ésa morrilla, qué lindas piernas y qué cara tan bonita. Pa mí que ha de estar bien caliente y rica debajo de toda esa ropa" le dice el tatuado a su compañero.

"No chingues, carnal. Acabas de salir del bote." contesta en un susurro el otro bueno para nada y ahogando una risa.

Le lanzo una mirada furiosa al demonio causante de todo ésto y él se encoge de hombros cínicamente desde su asiento. Hubo un tiempo en que éste ángel fué amigo mío, pero ahora nos ha traicionado y halla deleite en provocar el suicidio de la gente. Cientos de miles han caído en sus engaños. Éso fué lo que hizo con el hombre de hace un rato y eso es lo que quiere lograr en tí, querida Raquel. Éstos tipos te violarán, romperán tu espíritu, el golpe devastará la salud de tu madre, tu depresión acortará su ya endeble vida y al final, cuando estés sola y no lo puedas soportar, usarás la poca voluntad que te quede para para tomar tu vida con tus propias manos. No. No puedo permitirlo. Las puertas se abren y sales a toda prisa.

"¡Ay wey, ya se peló, vámonos!"

"No mames, cabrón, ¿vas en serio?"

"¡Que sí, coño! ¡Párate ya!"

Ellos iban dispuestos a ir por tí, pero salí antes y me quedé parado en el andén impidiéndoles el paso. El de los tatuajes en el cuello sacó una navaja y me picó el abdomen. El resto de la gente en el vagón suelta una exclamación al ver lo que me hacen y le tapan los ojos a un niño. La hoja se quedó alojada allí, la sangre comenzó a manchar mi camisa y como no moví ni un músculo el otro se asustó y volvió a meterse en el tren.

"¡Tú qué! ¡Hazte a un lado, chingao!"

"¡Puta madre, Lalo, ya déjalo, éste ha de ser del gobierno, íralo wey!"

Me paro en toda mi estatura y doy un paso hacia el tatuado, Lalo se llama. Estoy tan cerca, que incluso él tiene que levantar la vista y hasta puedo oler los tacos con cebolla que se comió hace dos horas. No hago nada, no le digo nada... tan sólo le dejo ver, sólo un poco, la autoridad que me ha sido conferida desde arriba. Lalo ha mirado mis ojos sólo por tres segundos y por alguna razón se ha paralizado. No puede moverse. Los labios se le ponen blancos como el papel. El timbre de la puerta lo hace saltar y pongo mi mano sobre su pecho para empujarlo gentilmente de regreso al vagón. Él da dos pasos hacia atrás y finalmente las puertas se cierran.

Lalo, su compinche y el demonio me observan mientras el metro se pone en marcha. El último me arroja una mirada roja y caliente por lo que acabo de hacer. Está furioso, pero aún así tiene la desfachatez y la irreverencia suficiente para lanzarme un beso desde su asiento.

No hay nadie en el andén, es la primera vez que un hombre mortal tiene la osadía de atacarme. Antes de que me dé cuenta, se me escapa un gemido cuando saco la navaja de mi carne. Desde aquí escucho a mis hermanos preguntarme si estoy bien y les respondo que no imaginaba todo el dolor por el que los hombres suelen pasar cuando los herían de ésta manera. Mis hermanos se preocupan, todos a un mismo tiempo, me llaman por mi nombre, me dicen que me quieren y que Papá está orgulloso de mí porque actué como se esperaba. Tantos ánimos y porras terminan por hacerme sonreír y le agradezco en oración a mi Padre por amarme y permitirme el honor de ser el vigilante de mi segunda asignación.

El golpe de cada paso me duele, tiro la navaja con sangre en un cubo de basura y me siento a esperarte en el andén de enfrente. Ni te das cuenta, pero llegas a sentarte justo a mi lado. Acabas de colgar el teléfono y en ésta ocasión decido hacerme completamente invisible para tí, pero muy visible y terrorífico para cualquiera que quiera hacerte daño ésta noche. Sigues llorando, así que empiezo a hablar para mis adentros.

Entiendo que ahora mismo estés muy dolida, desde mi puesto en las estrellas he visto cómo ahogas tu llanto en la almohada pensando en el día en que tu mamá no esté más contigo. Acabo de escuchar cómo aseveras que nadie aprecia lo que haces, pero nosotros sí nos damos cuenta. Te tienes en poca estima pero mi Papá sabe todo sobre tí, todos tus cabellos y todas tus células están contadas, tienes buena salud y un pedazo de maquinaria como pocas veces he visto. Mi Papá te ama porque eres única e irrepetible como un copo de nieve, con el paso de los años tu corazón se ha asemejado a un rubí precioso y estoy muy seguro de que en unos años más valdrás 100 veces tu propio peso en oro. De verdad que eres una buena inversión. A ver, ya sé que no me crees, pero te daré pruebas de que Papá realiza pequeños milagros para demostrarte su amor... uno de ellos fué la forma tan amable en que te atendió aquella chica de la farmacia, otro fué el señor de los churros, ¡no te rías, es en serio! Si no hubieras tenido ese tentempié de seguro que ahora estarías desmayada. Y hace rato un señor pasó por aquí y se le salió el billete de mil pesos del abrigo cuando sacó su encendedor del bolsillo. No te preocupes, eso fué como quitarle un pelo a un tigre, a él no le importará.

¿Sabes cuándo empecé a quererte realmente? Un día en que te sacaste sangre del dedo mientras cocinabas... tenías 21 años, creo. Yo estaba trabajando como siempre en el cielo y Papá me llamó diciéndome: "Oye Va****el, ¿quieres ver algo bonito?" y yo: "Claro, ¿qué es?" Él me dijo que mirara en la sangre que habías dejado en la tabla de picar. Yo miré y no ví nada sorprendente: "Es sólo su ADN" contesté sin idea. Papá se echó a reír y volvió a decirme: "Mira más de cerca, pero ésta vez imagina ésa cadena bajo el espectro azul." En ésta ocasión alargué mi mano, toqué tus cromosomas directamente, corté un ciclo completo y le dí la vuelta en mis manos para observar las largas hélices no de lado, sino que sostuve todo tu ciclo genético como si fuera un catalejo ¿y sabes qué ví? Adivina...

Era nada más y nada menos que una copia exacta, precisa y fiel de mi hermosa Flor Azul de Dos Pétalos. De verdad, tienes a la poderosa y terrible Adanashis escrita en todo tu código genético. Estaba que no podía creerlo, ¡levanté tu cadena de ADN en dirección a mi cuadrante y solté un grito al darme cuenta que todos sus elementos concordaban a la perfección con todas las estrellas, tus genes y mi galaxia! En ése momento me eché a llorar de emoción y le pedí perdón a mi Padre por albergar mis dudas respecto a tí... hay cosas buenas para tí Raquel, pero serán tuyas sólo si haces la voluntad de Dios. Sé felíz con tu mamá mientras esté contigo y sé fuerte cuando se acerque la hora. No estarás sola mucho tiempo, lo prometo... Papá me ha dicho que dentro de un año conocerás a un hombre con suficiente potencial para hacerte reír con ganas, tan sólo aguanta. Dios te ama y yo te quiero mucho también. No puedes escucharme pero estoy tomándome la libertad para acercar los sentimientos de Papá hacia tí... no llores. En vez de eso agradécele...

¡Mira! El tren ya viene... ¡vaya que se ha tardado! Más vale que te apures a hacer lo que tienes que hacer Raquel, tengo una galaxia que atender y me está doliendo mucho usar éste disfraz.


FIN

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Nota: Los billetes de $1000 pesos mexicanos actualmente tienen a Francisco I. Madero, Carmen Serdán y Hermila Galindo, así que se darán cuenta de lo pinshi viejo que es este cuento.

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